jueves, 3 de octubre de 2013

Solos para siempre ¿O no?

A los solteros nos ocurre un extraño fenómeno, por lo menos, una vez al mes. De repente, nos invade el terror de quedarnos solos PARA SIEMPRE. Este miedo no entiende de edades, sexo o belleza. Juro que he oído a chicas de 16 años lamentándose porque "nadie las iba a querer nunca".

Según vas creciendo, este miedo empeora o, al menos, empiezas a tomártelo mas en serio. Todos, a tu al rededor, tienen pareja, tus amistades empiezan a casarse, tus padres llevan 30 años juntos y, aún, van de la mano por la calle y, tú, empiezas a comparar y a hacer cuentas y te entran sudores fríos.Si eres mujer, tu reloj biológico pasa de susurrarte dulcemente a, gritarte sin piedad.

No se como será para los hombres pero, las mujeres, hacemos cálculos estúpidos: "Si le conozco (a EL, el hombre de tu vida, el elegido, THE ONE), este año, todavía nos da tiempo a salir dos años, vivir juntos un año antes de casarnos, disfrutar un año de matrimonio sin hijos y, ser padres antes de los 35". Si, si. No os hagaís las locas, vosotras también lo haceís.

Estar soltero parece un estigma. Una enfermedad que hay que curar cuanto antes, porque, ¿quién quiere estar solo?
Pues, yo, os digo algo: "Soltero" y "solo" no son la misma cosa. Ni de lejos.

Yo estoy soltera pero, no he estado sola ni un minuto de mi vida. Está mi familia, claro, la que va a estar siempre. La que me ha demostrado que existe el amor incondicional y que, cuando mas fea se pone la vida, no hay mayor fuerza que la de querernos.
Están mis amigas y, la fortuna de haberlas encontrado. Las que te conocen tan bien que saben, sin que lo digas, que las necesitas.
 Está mi mejor amigo que, a 1000km de distancia, está mas cerca de mi que cualquier otra persona. Compartimos alma y, jámas, se ha quejado de falta de espacio.
 Están todos aquellos que me acogen, con los brazos abiertos, en sus vidas y, en sus casas, cada vez que voy a visitarlos y, me hacen sentir que nunca nos ha separado ni el tiempo, ni la distancia.
 Esa persona que, con solo sonreir, te calienta el alma o, el desconocido que te hace reir tan sinceramente que te devuelve la fé en la humanidad.
Y, sobre todo, estoy yo misma.

Con el tiempo y, mucha paciencia, voy aprendiendo a quererme y ser mi mejor amiga. Cuando aprendes a quererte descubres que, no hay nada que no puedas hacer por ti misma. Porque, al fin y al cabo, si puedes ir sola al cine, cambiar sin ayuda la rueda del coche (o llamar tu solita a un mecánico)o, disfrutar de esa botella de vino rosado sin mas compañia que la de tu serie favorita, ¿quién va a poder pararte?


Y en los oídos: